En los últimos años, el término café de especialidad empezó a aparecer por todos lados: en cafeterías, Instagram, supermercados e incluso en las charlas entre amigos. Pero… ¿qué significa realmente? ¿Es una moda o hay algo más detrás de esta tendencia que llegó para quedarse?

 

El café de especialidad no es un café cualquiera. Proviene de granos seleccionados, cultivados en condiciones óptimas y con un proceso de cosecha y tueste que respeta cada etapa. Cada lote tiene trazabilidad, es decir, es posible conocer su origen, la finca donde se cultivó, la altitud y hasta el productor. En otras palabras: sabés lo que estás tomando.

 

Para ser considerado de especialidad, un café debe alcanzar una puntuación superior a 80 puntos según la Specialty Coffee Association (SCA). Esto implica granos sin defectos, con sabores definidos, aromas complejos y una acidez equilibrada. El resultado: una bebida con personalidad, donde es posible reconocer notas frutales, florales, achocolatadas o especiadas. Un viaje sensorial que va mucho más allá del “café fuerte”.

 

El tueste es una parte fundamental. En el café de especialidad se realiza en microtostadores, en pequeños lotes y con curvas de temperatura diseñadas para resaltar lo mejor de cada grano. No hay procesos industriales ni perfiles genéricos.

Cada origen tiene su propia “receta” de tueste para lograr el equilibrio perfecto entre cuerpo, aroma y sabor.

 

El movimiento del café de especialidad promueve la conexión entre quienes producen, tuestan y disfrutan el café. Es una cultura basada en el respeto, la sostenibilidad y el disfrute consciente. Por eso, cada taza cuenta una historia.

Y cuando conocés esa historia, el café deja de ser una rutina… para convertirse en un ritual.

 

En Café Sibarita creemos que cada sorbo es una experiencia.

 

Por eso seleccionamos granos de especialidad, tostados artesanalmente, para que disfrutes el verdadero sabor del café — sin artificios, sin apuro y con toda la pasión que merece.